Una muralla de tres kilómetros los separó del mundo durante años, algunos se fugaban para comprar comida y sentían el rechazo; no podían entrar en los bares o les acercaban la comida con un palo. Un reducto de sufrimiento en el que se vivía excluido. Las religiosas, franciscanas, llevan tantos años como los enfermos más antiguos; algunas cincuenta o sesenta años.
"Me pusieron el tratamiento y me curé pero esto era una prisión, hace muchos años que es muy diferente, te censuraban, se pasaba hambre y fíjate yo he vuelto". La más antigua lleva 61 años viviendo aquí desde que era casi una niña y ya no recuerda lo que ha sufrido. Hoy la lepra es, afortunadamente en España, una enfermedad en extinción pero este fue durante años el único lugar en el que, según ellos, podían ser feos.
Vaya desde aquí mi más sincero reconocimiento a la labor callada y digna de las monjas Franciscanas.
Reporteros. La última leprosería. T5
1 comentario:
En estos tiempos que corren y con la que está cayendo, nadie se atreve a hablar de la peste, lepra o similar de este nuevo siglo, que estigma!.
Esta produce rechazo, exclusión y ley del talión, o sálvese quién pueda a costa de lo que sea...en fin que la historia se repite continuamente y todos "demasiado" feos o "demasiado" guapos.
Siempre claro dependiendo del sitio donde nos encontremos.
Saludos.
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