La pregunta "¿Qué es la luz?" ha fascinado a la humanidad desde la más remota antigüedad. Según el Antiguo Testamento nuestro mundo fue creado con la frase "¡Hágase la luz!". Isaac Newton fue uno de los primeros científicos en considerar la luz como un flujo de partículas. Sin embargo, esta idea de la luz como modelo corpuscular fue prácticamente abandonada en el siglo XIX, cuando James C. Maxwell describió la luz visible como una onda electromagnética. En estas ondas, los campos eléctricos y magnéticos oscilan en ciertas frecuencias, relacionadas con los distintos colores que observamos en nuestro entorno.
A principios del siglo XX, con el desarrollo de la mecánica cuántica, los físicos retomaron la idea de la luz corpuscular. Einstein propuso en 1905 entenderla así para su descripción de la emisión de electrones desde superficies metálicas provocadas por la absorción de luz. No obstante, no fue hasta finales de los cincuenta cuando se empezaron a medir los rayos lumínicos de una manera precisa para advertir directamente su naturaleza cuántica. Por otro lado, pronto empezaron a surgir nuevas fuentes de luz, como los láseres.
A principios del siglo XX, con el desarrollo de la mecánica cuántica, los físicos retomaron la idea de la luz corpuscular. Einstein propuso en 1905 entenderla así para su descripción de la emisión de electrones desde superficies metálicas provocadas por la absorción de luz. No obstante, no fue hasta finales de los cincuenta cuando se empezaron a medir los rayos lumínicos de una manera precisa para advertir directamente su naturaleza cuántica. Por otro lado, pronto empezaron a surgir nuevas fuentes de luz, como los láseres.